Ha pasado mucho tiempo y al fin llegó el momento en el que no sé exactamente cuántos años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos han pasado.
Recuerdo sin dolor, sin odio, sin esperanza, sin preguntas... Con la sonrisa de los recuerdos infantiles, puros e inocentes; sin indiferencia, pero sin importacia.
Gran parte de la semana paso por la estación del tren, no siempre miro a la mesa de aquel bar tras la escalera, pero cuando lo hago me viene algún flash, una frase, su mirada... Unos pasos más adelante recuerdo el primer adiós, y han quitado el banco donde me senté a esperarlo para el reencuentro y en el que dijo que me echaría mucho de menos haciéndome entrar en pánico. Sin querer miro la baldosa que no llegué a pisar por estar suspendida en el aire entre sus brazos, y algún día tengo que esperar el autobús apoyada en el mismo lugar que una vez me mantuvo en equilibrio mientras él me besaba.
En casa es igual, ya no busco el rastro de su perfume, sin embargo tengo algún dejà vu de vez en cuando. Mi debilidad es la terraza, ahí donde me dijo que se estaba enganchando a mis besos, y el sofá pequeño. No he terminado de ver aquella película. Curiosamente esos son los dos lugares en los que menos tiempo estoy, pero los que más veces me acercan los recuerdos.
Mientras disfruto cocinando mi mente está lo bastante ocupada y mi dormitorio es tan diferente ahora que es como si nunca hubiera estado ahí; nunca hubieron fotos suyas en mis paredes pero puede que un día las haya.
La ciudad, que tuve tan abandonada, ha recuperado el color, la vida, el amor... He recorrido de nuevo esas calles, añadiéndoles recuerdos nuevos y guardando en un cajón los viejos, como siempre para recordarlos entre sonrisas algún día. Incluso he vuelto a tomar el tren, no sin un flashback de puertas cerrándose mientras un beso volado escapaba entre ellas. Los sobres de azúcar ya no traen mensajes en ese bar, y en otros bares nunca traen el nuestro.
No soy dueña del tiempo, pero sí era dueña de lo que sentía por él, y mis sentimientos se los regalé al olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario