Sutil coqueteo.
Un baile testigo, abogado, juez, cómplice y jurado del deseo común.
Una mano en el hombro, la otra en el cuello y cuando estaba lo bastante cerca, media vuelta oportuna.
Dos manos en mi cintura, su pecho pegado a mi espalda y demasiado ruido como para sentir sus latidos.
Dos breves sonrisas, dos largas miradas, la gloria en sus ojos sesenta segundos.
Tres dulces minutos tocando las nubes con el frío cosquilleo de mis incertidumbres.
Tres veces me dije, pinchando mis nubes: "hay que prevenir desastres".
Sentados en la esquina tomando un descanso, sin dejar que nuestras miradas se separasen.
Traicionan los nervios, huyen los ojos y el tiempo, como siempre, en nuestra contra.
Mas vuelve a mirarme con su bella sonrisa, posando su mano en mi rostro y un beso en mi alma.
Envuelta en sus labios, un poco confusa, me entrego a la vida sin miedo a caer.
Cesa el contacto, pero no las ganas de hallar en ese hombre lo que siempre quise.
Un beso robado como había deseado tantas veces y sin materializar aún.
Tu no estás enamorada verdad? jajaja
ResponderEliminarPrecioso Admar! :D