EN EL AIRE Y MÁS ALLÁ...

domingo, 18 de noviembre de 2012

UNA HISTORIA COMÚN.


¿Cómo se sabe quién es la persona correcta para ti? ¿Qué pasa si la persona que amas no te ama, no te conviene, no te merece, te ama pero no te lo dice… y tú tampoco lo haces? ¿Los amores de ahora ya no son como los de antes? ¿Qué ha pasado con las personas, las relaciones, el respeto, la condescendencia, la lealtad y demás virtudes relacionadas con el amor, tan desvalorizadas hoy en día? ¿Es el mundo, es el amor o soy yo?

Pequeños detalles marcan la diferencia entre un amigo y un candidato al amor de tu vida, puedes enamorarte en dos segundos sin darte cuenta siquiera, pero el enamoramiento es solo el principio de la aventura en busca del amor.

Derrochas simpatía, sonríes y agradeces. Luego te escondes tras ese muro de frialdad para que no se vea tu corazón roto. Te lames las heridas y uno de esos días de sonrisa fingida le vuelves a encontrar… “¿casualidad o destino?” Te preguntas mientras saludas tímidamente.

Parece que no pasa nada y de pronto… detalles. Incluso a veces sonríes de verdad y te sientes tan bien que decides entrar en el juego, aún con heridas, aún con miedo. ”¿Sí o no?” Y das el paso, quieres saber más de esa persona que te ha devuelto la risa y la esperanza de ojos secos por las noches.

Nadie es perfecto, ya deberías saberlo. Y cuando es demasiado bueno no te olvides de dudar…
Y entonces te sobreviene un ataque de ansiedad, de reencuentro con tus ideas, con tus principios, con tu pasado, con todo lo que tú crees. Es sincero y te gusta, pero no te conviene y lo sabes. Te autoengañas y te autoconvences, es una prueba, pero no se puede, no se debe.

Normalidad, tan relativa palabra… ¿Qué se supone que es normal? Lo intentas y fallas, eres débil. Las heridas no cierran todavía porque el aire está contaminado. Doble filo el amor y ambos muy bien afilados.

Luego viene el conocimiento, ya sabes que esa persona te gusta, sientes el pulso variar cuando la ves y te traiciona la voz cuando le hablas, se te sonroja la piel y pones esa sonrisa que te delata.

Él lo sabe, lo sientes, lo intentas a tu manera como lo has hecho siempre, porque eso es lo que conoces, eso es lo que eres: Dulce, inexperta. Y él te muestra ese cajón cerrado que muy pocos han visto, pero solo a ratos porque tiene más miedo que tú aunque se crea lo contrario.

Ya no mojas la almohada, ni finges la sonrisa, le has dado tregua al armario y al maquillaje que vestía de felicidad a tu tristeza. Sin embargo no abandonas del todo el recuerdo porque es más seguro aferrarse a él que a la incertidumbre.

Pasa el tiempo y están juntos pero no lo están, salen juntos pero nunca solos. Él habla lo opuesto a lo que hace y hace lo opuesto a lo que dice intentando crear en ti confusión para no sentirse débil, para no admitir lo que siente, porque aún tiene muchos planes incompatibles contigo y sabe que tú estás ahí. Él se encarga de asegurarse que estés dándote lo que cree suficiente.

Y tú estás, aún en pie y sonriente, sabiendo que mereces más y que él podría dártelo pero no quiere… ¿Por qué? No lo sabes, estás segura de que te quiere para él, pero se empeña en hacerte creer que no, mientras imagina en ti a su chica ideal e intenta pulirte a su gusto.

Entonces entiendes que jamás serás lo suficientemente buena, que es incapaz de aceptar el único defecto que te ha encontrado, o que quizás simplemente se agarra a eso para no dejarse caer en ti, para mantener su posición de poder.

Pero sea cual fuere el motivo, entiendes que él no es lo que tú quieres. Tú quieres a alguien que te ame a pesar de todo, que no te juzgue, que te valore por lo que eres y no por lo que te falta…

Te sietes feliz y aliviada, no esperas nada. Él está seguro de que  podrá tenerte cuando quiera.

Un día tu sonrisa cautiva a alguien más, y sin querer, te sorprendes a ti misma también cautivada. Sin embargo no dejas de pensar en aquel corazón indeciso al que quisiste amar, y en algunos otros que te amaron y te aman y que no quieres dañar. Pero tu concepto de amor implica la felicidad del otro aunque no sea contigo, y eso te ayuda a dar el paso hacia tu propia felicidad.

 ¿Quién sabe lo que dejaste atrás? No hay cabida para arrepentimientos, solo tienes que mirar al frente hacia el nuevo camino que has elegido y hacerlo lo mejor que sabes. Darte la oportunidad de ser feliz con alguien que sabe lo que quiere… y eso que quiere eres TÚ.