EN EL AIRE Y MÁS ALLÁ...

martes, 15 de marzo de 2011

Princesa Azul

Cuando era pequeña me contaron los cuentos de la cenicienta, la bella durmiente, blanca nieves…. (Como a la mayoría de las niñas supongo) y me parecía fascinante y romántico que en todos los casos viniera un príncipe azul a rescatar a aquellas dulces chicas del mal que les había causado alguien cercano, en la mayoría de los casos por envidia…

El príncipe, como no podía ser de otro modo, era alto, guapo, rubio, valiente y venía a lomos de un precioso corcel a sellar con un beso el pacto de amor eterno y el consiguiente “vivieron felices para siempre” que tantas veces me ha hecho suspirar.

A lo largo de mis años he escuchado otras muchas versiones de esos cuentos en las que ya puestos en los siglos XX y XXI, bien se puede cambiar el precioso corcel por un coche del año. Ya no se ambientan en cuadros medievales sino en grandes ciudades que han sustituido los castillos y sus torres de piedra por enormes edificios con ventanas de cristal. Y todas las fuerzas del mal: manzanas envenenadas, agujas capaces de sumergirte en sueños de cien años, brujas presumidas con espejos mágicos, madrastras, hermanastras y otras tantas que no recuerdo, se esconden tras un velo de normalidad… ahora puede ser cualquier persona, quien menos te lo esperes…

Lo que parece no cambiar es los cánones de belleza de príncipes y cenicientas tan físicamente perfectos que los devuelven su realidad de cuento y nos recuerdan que no son más que ficción.

Ya de niña pensé que nunca tendría a mi príncipe azul porque los rubios de ojos verdes me daban miedo. Ese color en la mirada me producía sensaciones negativas y aún ahora muchas veces me ocurre, no es algo que pueda explicar fácilmente…

Los “cuentos” de ahora que podemos ver por televisión nos traen una y otra vez la misma historia de la pobre “cenicienta” y un rico “principe” que se enamora de ella luchando contra viento y marea para que la sociedad (fuerzas del mal) acepte esa relación.

La vida real tiene mucho y nada que ver con todo esto. Ni todas las historias son tan dramáticas ni todas tan perfectas cuando por fin se consiguen. El “vivieron felices para siempre” depende de la definición que tenga la palabra “siempre” para cada persona en particular.

En este mundo relativista en el que ya nada es cierto ni falso y que todo depende, depende y depende de infinidad de cosas, y en base a mi escasa experiencia práctica, pero a mi abundante experiencia teórica y capacidad de empatía, me permito decir que el príncipe azul no es más que un concepto mal expresado por los autores del cuento o quizás, más probablemente, mal interpretado por el resto de los mortales.

Sé de chicas que encuentran a su príncipe azul cada fin de semana (no tengo que decir que nunca es el mismo que la semana anterior), lo idealizan, creen que es el definitivo y luego sufren lo que no está escrito porque se dan cuenta de que son humanos y tienen defectos como todo el mundo, o simplemente encuentran uno que consideran mejor el fin de semana siguiente y así sucesivamente se encierran en un circulo vicioso del que se niegan a salir (ojo que he dicho que se niegan, no es que no puedan, sino que simplemente no quieren… cierran los ojos a la realidad).

Otras, en cambio, se aferran a ese amor que se les fue, se convencen de que nunca encontrarán a otro como él, de que ese sí era su principe azul y que lo quiere azul; no verde, ni rojo, ni gris, ni blanco, sino que lo quiere a él y punto, y se pasa la vida preguntándose qué hacer para recuperarlo sin pararse a pensar ni un segundo en lo que él piensa,quiere o siente, y no se da cuenta de que de repente se ha convertido en una egoísta incapaz de aceptar que él puede ser feliz con otra persona que no sea ella, que hace tiempo que no siente amor pero que el orgullo no la deja renunciar a algo que ya no es suyo y sufre por masoquismo pensando en que se quedará sola. Sin embargo hace daño a otros a los que rechaza porque tiene a su ex demasiado en alto, que ninguno es capaz de llegarle a la punta de los pies…

Hay quien se enamora de un amigo que sabe que no siente lo mismo por ella y tiene fuerza suficiente para callar y renunciar a él a pesar de que lo ve diariamente, de que él le cuenta todo y ella sabe que él está sintiendo cosas por alguien más, y no es por ella... y aún así mantiene la sonrisa y se alegra por él aunque luego llegue a casa, se hunda y a lo único que puede agarrarse para salir del hoyo es a que él sonríe por esa ilusión que le ha cambiado la expresión triste que tenía en el rostro hasta hace poco por no encontrar a su chica...

Pero también está la que dice lo que siente y a pesar de obtener una negativa sigue insistiendo en lo que ella llama “luchar por el amor” hasta el punto de convertirse en una pesadilla para él, y no se da cuenta de que solo consigue alejarlo cada vez más y que ha empezado a inventar excusas para evadirla; a parte de porque es un incordio, porque la aprecia y no quiere perder su amistad. Pero yo a quien intento comprender es a ella que en su afán de conquista pierde parte de su dignidad al mostrarse en todo momento disponible para el chico en cuestión… no estoy en contra de la lucha por amor, pero hay formas y formas de llevarla a cabo. Y creo que si un hombre te dice no, ganas más manteniendo la distancia que intentando acortarla…

Sé de tantas otras historias en que los celos, el miedo o incluso el exceso de confianza en un principio, han echado por la borda historias de amor que pudieron haber tenido un final feliz, e historias que ni siquiera pudieron tener un comienzo feliz porque se estropearon a destiempo. Incluso muchas veces preveo historias abocadas al fracaso porque las personas volvemos a tropezarnos con la misma piedra y porque tenemos la mala costumbre de querer reemplazar el vacío que nos dejan aquellos que amamos y se van, en lugar de darles un lugar virgen en nuestro corazón en el que podamos verlos tal cuales son y no estar todo el tiempo comparándolos con los que se fueron…

Nuestro corazón puede ser tan grande que podemos guardar lo bueno de pasado, darle un lugar a lo nuevo del presente y aún así nos quedará espacio para ilusiones futuras. Y sin embargo hay quien se empeña es reemplazar el pasado con el presente de modo que siempre sentirá ese vació y no es porque se vaya quien ama y los que vienen no son lo suficientemente buenos para borrar el dolor, sino porque nunca planta una ilusión en otro sitio más fértil que el herido recientemente…

Mi experiencia práctica me dice que sólo se enamoraron de mí aquellos chicos a los que nunca tuve intención de conquistar porque con ellos fui yo misma, no me preocupaba que salieran a la luz mis defectos, ni intentaba potenciar mis virtudes... simplemente era yo. Y sé que soy una persona que vale muchísimo, igual que estoy segura de que todas, absolutamente todas tenemos muchas cosas buenas que ofrecer, pero cuanto más busquemos a ese príncipe azul peor nos va a ir en el amor, porque es algo que debería darse de forma natural.

En este mundo de cánones y modelos perfectos que llenan de inseguridad a tantas chicas maravillosas y las convierten en obsesas de la imagen o en lobas come hombres, porque creen que así son más sexys o que les resultará más fácil que se enamoren de ellas… lo único que se consigue es que las utilicen y desechen con la misma rapidez.
Se disfraza de feminismo a una cantidad de actos libertinos que no hacen más que degradarnos, porque al igual que nosotras decimos que todos los hombres son iguales ellos nos etiquetan y piensan que porque alguna se bajó las bragas dos minutos después de conocerlo (o no llevaba), todas vamos a hacer lo mismo… sin embargo ellos son conquistadores por naturaleza y en el momento en que una mujer empezó a proclamar “igualdad”, otras tantas le siguieron y convirtieron la conquista en un proceso que dura dos minutos, la emoción y la incertidumbre de un sí o un no queda reducida a una certeza del sí y por tanto pierde todo su valor.

Tengo amigos que se aprovechan de esta práctica, dicen que es muy cómodo satisfacer necesidades físicas con conquistas rápidas, pero cuando se trata de satisfacer necesidades afectivas buscan a una mujer que se valore lo suficiente como para no amanecer en la cama con cualquier desconocido cada fin de semana.

Hoy en día hay chicas se disfrazan de diosas y terminan creyéndose que lo son, miran a todos por encima del hombro y no dejan que nadie se les acerque sino que son ellas quienes “van de cacería” y no quiero entrar en detalles del “chulo” al que cazan…
Yo pienso que ellos sólo quieren una cosa y ellas (aunque quieran creerse lo contrario) quieren dos: una noche loca y sentirse amadas.

Seguro que más de una chica que se ve al espejo y piensa “qué guapa estoy hoy” va por la calle y ve como alguna quizás menos maquillada o con un corte de pelo “pasado de moda” va tan sonriente y feliz de la mano de un chico y siente envidia a pesar de que hay muchos hombres alrededor que no paran de mirar “lo buena que está” y probablemente piensa que le gustaría que hubiera alguien que le estrechara la mano…

Debajo de toda esa ropa conjuntada, de esos zapatos preciosos, de un pelo radiante, uñas pintadas, maquillaje mineral, ese aspecto de “diva” en general, sigue habiendo una cenicienta que espera a su príncipe y digo cenicienta porque muchas de ellas (aunque digan que no) estarían dispuestas a cualquier cosa por conseguirlo, incluso a tener una horrible madrastra que te haga fregar pisos, siempre y cuando venga él a rescatarla, ¡está claro!

No voy a negar que muchas veces me he planteado cosas tan faltas de sentido que mi propio inconsciente las rechaza enseguida y me siento idiota por haber llegado a pensarlo siquiera. Pero menos mal, la mayoría de las veces mis pensamientos afianzan mis ideas y las hacen más fuertes o las debilitan hasta desaparecerlas si sinceramente creo que estoy equivocada o en una situación demasiado relativa.

Yo me identifico con algunas de ellas. Mis constantes cambios de humor me ponen en situaciones variopintas que me sacan de mis casillas cuando tengo unos minutos de lucidez mental... Me gusta pensar en todas las situaciones posibles y ya que me he imaginado muchas veces a mi príncipe multicolor (aunque azul sea mi color favorito), yo lo quiero multicolor… también he pensado que quizás el no quiera una cenicienta, sino una princesa en condiciones y ya que mi madre me ha dado el título, yo me encargo de comportarme, valorarme, formarme como tal, y de este modo voy agregando pinceladas de colores para que cuando príncipe y princesa multicolor se junten hagan un precioso arco-iris. XD

Bromas aparte, chicas, pongamos los pies en la tierra, y a vivir se ha dicho, como princesas sin esperar príncipes, cenicientos, y sin besar tantos sapos (los justos y necesarios jajaja), dediquémonos a ampliar nuestro círculo de amigos sinceros y contemos esa broma que sólo nos hace gracia a nosotras, cantemos esa canción repetimos sin parar en nuestras cabezas, sonriamos en cada ocasión que tengamos y seamos felices por nosotras mismas, así conseguiremos hacer felices a quienes estén a nuestro alrededor y sin duda enamoraremos a más de un príncipe ;)


HAY QUIEN POR AFERRARSE AL PASADO O ESPERANZARSE EN EL FUTURO SE PIERDE EL PRESENTE…

No podemos darnos el lujo de perdernos esta maravillosa vida.


4 comentarios:

  1. ... Sin palabras...
    Qué profundo ha sido esto...

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  2. Y tan profundo... me dejas por los suelos como escritor xD Muy bonito :D

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  3. JAJAJA QUÉ EXAGERADO!! SI LO HACES MUY BIEN!! NUNCA DEJES DE ESCRIBIR, CADA UNO TIENE SU ESTILO, PIENSA QUE ERES ÚNICO!! Y NADIE MÁS PUEDE ESCRIBIR ALGO COMO LO ESCRIBES TÚ :) UN BESO!!

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