EN EL AIRE Y MÁS ALLÁ...

martes, 10 de julio de 2012

Anécdota


Había un hombre en el autobús esta mañana, de pie, escribiendo en una libreta con un bolígrafo azul. Me recordó a esos días en los que yo también escribía en cualquier parte, solo sacaba mi libreta y escribía porque me resultaba urgente registrarlo todo… ahora ya no lo hago, solo escribo cuando “tengo tiempo”.

Me identifiqué con ese hombre plasmando sus miedos y dudas sobre un papel cualquiera que se convierte en confidente, en mejor amigo, en el único al que te sientes capaz de decirle todo sin tapujos.

Cuando se desocupó un asiento se sentó a mi lado y sin querer leí la primera línea de su texto: “Hoy me he sentido confuso ¿Por qué?”, decidí no seguir leyendo por respeto a su intimidad, pero quise desarrollar ese texto en mi mente, continuar ese comienzo hasta darle un final, mi final. Me volví parte de esa línea, me vi envuelta en confusión.

Giró la página al agotar el espacio y el encabezado de la siguiente página era: “No sé si ir a despedirme…”. Casualmente yo también tenía que despedirme.

Aparté mi indiscreta mirada de sus letras y volví a mi mundo, a preguntarme, a investigar que pasaba por mi cabeza, llevaba un mes de completa euforia y sabía que pronto me llegaría el bajón, que tendría que tocar la realidad y la realidad era que el principio de todo se iba… mi compañero de piso, Christoph volvía a Alemania.

 Y yo sabía desde el principio que ese momento llegaría, pero hasta que no llegó no fui consciente de las despedidas anteriores, de las despedidas futuras.

El hombre parecía más tranquilo al cerrar la libreta, se levantó y se fue dejándome a mí la prisa por llegar a casa y mojar un papel con la tinta de mi tristeza.


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