La inestabilidad me atacó por sorpresa hace unos meses, negándose a soltarme.
Desde entonces se han sucedido una serie de hechos y cambios en mi persona, en mi entorno, en mi vida... que han sentado las bases de lo que yo considero un futuro prometedor.
Empiezo a ver la luz al final del túnel. Y acepto ahora todo lo que ha pasado, por el valor de lo aprendido en el camino, por la superación de mis miedos, porque he podido vencer mi orgullo por amor a los demás y a mí misma, porque era algo necesario para demostrarme que puedo seguir adelante a pesar de todo, que soy capaz de tomar las riendas de mi vida, de ser feliz como siempre.
Poco a poco se despejan mis dudas; ya no hay desolación, incertidumbre, esperanzas vanas...
Y aunque el recuerdo sea imborrable, puede guardarse en el archivo del tiempo como deuda saldada, al menos para mi tranquilidad.
Mis prioridades han cambiado, sé lo que necesito ahora y estoy esforzándome por conseguirlo. Quizás voy dejando muchas cosas de lado, pero no considero oportuno implicarme en algo que no tenga intenciones de llevar a cabo hasta el final. Me comprometo con mis objetivos y metas.
Lo demás se irá viendo... Tiempo al tiempo ¿cuándo no?
No todo es planificable y aún así puede ser hermoso. Es diferente y especial, como cada vez... Una nueva lección de vida, lo he asumido y estoy abierta a la experiencia.
Es tal vez lo más complicado remontarme a mi propia historia, lo que doy por olvidado y que sé que sigue ahí latente y únicamente se manifiesta en casos como éste... Algo que tarde o temprano tendré que enfrentar.
Mientras tanto, así como amo la libertad, la doy. Sobre todo a quien más amo. Si quiere estar, estará...
El cariño no es negociable, tienes el mío ahora y después.
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