Llevo un verano muy intenso… en realidad, todo el curso ha
sido intenso, lleno de emociones conocidas y desconocidas pero en su mayoría
buenas.
He tenido que hacer frente a muchas situaciones, que cumplir
obligaciones, que organizarme el tiempo para hacer todo cuanto quería sin
perder un segundo, sin descanso… y la verdad siento que me está pasando
factura, más creo que ha valido la pena todo.
Este año he sido particularmente feliz, pero creo que el
mejor día fue el de la fiesta pre-exámenes. Aquel día era feliz como los niños,
sin ningún motivo.
Siento cansancio físico, mental, incluso cansancio
emocional… ¿se puede sentir eso?
He abierto tanto la mente y el corazón que ya no puedo cerrarlos, ni quiero hacerlo porque he conocido el sabor del desahogo y es sumamente agradable.
He abierto tanto la mente y el corazón que ya no puedo cerrarlos, ni quiero hacerlo porque he conocido el sabor del desahogo y es sumamente agradable.
Creo que ahora mismo estoy un poco desconectada de la
realidad, aún asimilando la cantidad de cosas que han pasado estos meses a una
velocidad vertiginosa, casi sin tiempo para pensar: el “todo o nada”, el “ahora
o nunca”, el “lo tomas o lo dejas”, el vivir como si no hubiera mañana…
Esos
pensamientos que me han desarmado los miedos devolviéndome la libertad de
elegir lo que realmente quiero sin pensar en los demás, sino en mí y en mí y en
nadie más que en mí.
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