La distancia: esa enemiga tan amistosa o esa amiga tan enemistosa que igual nos arrebata lo que más queremos o nos mantiene lejos de aquello que nos daña.
Tan necesaria como el tiempo para cerrar heridas, tan pacífica para el que ya no ama y tan dolorosa para el que sigue queriendo.
Conocedora de nuestras debilidades, capaz de fertilizar nuestras ideas envolviéndonos en una burbuja de aislamiento acompañado, sometiéndonos a la gran prueba de conseguir algo importante lejos de todo lo conocido y a la vez rodeados de todo lo nuevo. Nos plantea objetivos, metas, y cuando llegamos a ellas, busca aliados para enviarnos a otro lugar o para hacer que los demás se vayan.
La distancia es el espacio que hay que recorrer para llegar de un punto a otro y muchas veces tardamos más en franquear los centímetros que separan nuestra boca de otra que ansiamos, que en recorrer kilómetros y kilómetros para hacer cualquier trivialidad…
Tenemos tantas cosas delante de nuestros ojos que nos son imposibles de alcanzar y sin embargo Correos nos deja en la puerta un paquete que quizás le ha dado la vuelta al mundo. Volvemos a ver a quien menos esperamos y perdemos de vista para siempre a quien más anhelamos.
Nos ayuda a pasar página, a pensar con cabeza fría, a ver las cosas desde otra perspectiva, a tocar la realidad. No puedes saber al 100% qué sientes por alguien hasta que te alejas de esa persona; cuando no está contigo tienes la certeza de si te importa aunque sea un poquito o te es totalmente indiferente.
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Creo que no hace falta perder para saber; si pones “tierra de por medio” y te permites echar de menos, ya obtienes buenas pistas de lo que pasa por tu cabeza.
Algunas veces se toma como pretexto para eludir responsabilidades, para quedar bien ofreciendo imposibles, para ocultar verdades que duelen (“ojos que no ven, corazón que no siente”), para mentir indiscriminadamente y para un sin número de propósitos, cual más altamente justificado a conveniencia del interesado.
La distancia es una caprichosa que nos pone a prueba en todo momento, expectante de nuestras reacciones, promotora del olvido y del recuerdo, contradictoria y contundente.
Da igual que nos separen unos centímetros o varios cientos de kilómetros…
La distancia NO es una excusa:
Es una frontera real entre nosotros que separa nuestros cuerpos, pero que jamás podrá separar nuestras almas…
Pero también es una frontera imaginaria que separa nuestras almas aunque nuestros cuerpos estén uno al lado del otro.
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