EN EL AIRE Y MÁS ALLÁ...

lunes, 15 de mayo de 2017

Crónicas de una fan despistada

Tengo este texto pendiente en mi memoria desde hace mucho tiempo, tanto como ocho años. ¿Por qué tanto tiempo? No sé bien… en aquél entonces la euforia no me aclaraba las palabras, o quizás hubiera escrito inútiles detalles que hubieran hecho de éste, un texto larguísimo y aburrido.

Hoy tampoco es un día de claridad mental que digamos. Pero sí de sosiego.

Cuando tenía 19 años, estaba en la universidad, hacía 5 años que había venido a vivir a España y mantenía mi banda sonora original medio aparcada en el año 2003 salvo algunas recomendaciones de amigo@s y los típicos temas que se escuchan por todos lados quieras o no. Me encantaban los amores platónicos y las letras “cortavenas” latinoamericanas de pura cepa.

Había decidido que mi cantante favorito era Ricardo Arjona porque sumaba el mayor número de canciones que me gustaban de un mismo artista, ni más ni menos. Y me autoproclamé “Fan” suya. También porque tenía buenos recuerdos de su disco “Historias” con mi hermana: tardes rayando ese cd a todo volumen, cantando “Casa De Locos”, “Libre”, “Historia Del Portero” y uno a uno los no sé cuántos temas que tiene el álbum (Sí, no sé cuántos temas tiene. Ni sé el año en que salió a la venta, ni todos los títulos/letras de las canciones, o quizás esto último sí, si lo estoy escuchando).

Sé que han saltado algunas alarmas… ¿Una “fan” que no sabe todo eso? Ya avisé que soy despistada.

Pues resulta que a principios de 2009 un día me dio por buscar conciertos de Ricardo Arjona en España, aunque sabía que no sonaba en la radio y la gente a la que había preguntado jamás había escuchado su nombre o le sonaba por “Pingüinos en la cama” con Chenoa. También sabía que mi economía de universitaria probablemente no era apta para costearme un concierto así, conociendo los precios de las entradas en Latinoamérica.

Para mi sorpresa Ricardo Arjona había anunciado una gira recientemente y mi joven corazón se aceleró como cuando se acerca el chico que te gusta y en mi cabeza retumbaba un “Tengo que ir”.

Empecé a buscar información por todos lados y di con el club de fans en España, ya no recuerdo con quién fue la primera persona con la que contacté, Quizás Carol, quizás Cinthia, quizás Gaby, Marta o Irene, no me acuerdo de nada. Pero di con el grupo y vi la emoción que allí se vivía, y me sentí identificada, me sentí parte de algo bonito e importante.

Conocí a MariCarmen y Anita, dos chicas que querían ir desde Málaga, donde vivo, y quedamos para conocernos y plantear la posibilidad de irnos juntas a Madrid.

La fecha era el 26 de abril, un mal finde pues mi padre cumple años el 27 de abril. Sin embargo, fue a él a quien le dije que ese sería el concierto de mi vida y que el mejor regalo de cumpleaños para mí sería la entrada… Y así fue como mi padre renunció a verme el finde de su cumpleaños para darme mi regalo de cumpleaños por adelantado.

No cabía en mi cuerpo de felicidad, no había día que no buscara información y contactara con el club para saber cuándo salían a la venta las entradas, no dejaba de sentirme afortunada.

Y entonces llegó el gran día... la cita era en Carrefour puesto que en aquel entonces no me fiaba mucho de las compras por internet (ahora me río), yo quería mi entrada en mano.

Me presenté allí dos horas antes de que abrieran como si un séquito de fans fuera a estar haciendo cola para coger las mejores localidades (que, por cierto, los precios eran asequibles) y me vi sola en la puerta de Carrefour con un frío que pelaba en una larga espera a que abrieran las puertas, pero yo era feliz.

Las abrieron y entré como alma que lleva el diablo preguntando por el punto de venta y cuando llegué, no sabían quién era Arjona, lo buscaron y no lo encontraron. Empecé a temblar y salí de allí casi corriendo a buscar la alternativa que era Fnac, estaba perdida. Sabía que las fans, las del club, ya habrían comprado sus entradas, o lo estaban haciendo mientras yo esperaba paciente y desesperadamente en un asiento de autobús a llegar al centro al punto de venta en Fnac.

Mi catastrofismo me llevó a pensar nuevamente, que miles de fans estarían en otras ciudades de España comprando entradas a diestra y siniestra y que me tocaría ver el show desde muy lejos. Otra vez me equivoqué.

Cuando por fin llegué y tuve que escuchar nuevamente decir a la dependienta que no sabía quién era Arjona y “espera que lo busco”, mi pie no paraba de dar golpecitos en el suelo, “solo me aparecen entradas para Barcelona” (ojos abierto como platos y sangre subiéndome a la cara) “¡Ah sí!, ¡aquí esta! ¿Dónde te quieres sentar?” (vuelta a respirar) pude comprobar que, aunque primera y segunda fila estaban casi llenas, iba a poder ver el concierto desde muy cerca y eso me alivió. Salí de allí con mi entrada en mano como una triunfadora.

Los días sucesivos llevaba mi cuenta atrás y volvía loco a quien se dejaba contándole toda esta historia y compartiendo la alegría con la gente del club. Le conté a mi amiga Carla que iba al concierto y quiso venir también, así que empecé a buscar una entrada para ella cerca de mi localidad. Fue un poco difícil porque la venta iba bastante avanzada, pero Cinthia me dijo que tenía entradas y una amiga suya no iba, así que me la vendió. Yo estaba aún más feliz si cabe.

Viaje a Madrid con MariCarmen. Esa noche cuando llegamos quedamos con Elena, Joaquín y Alberto, pasamos una agradable noche madrileña hablando, como no, de Ricardo Arjona.

Al día siguiente llegaron Anita y Carla, Elena vino por nosotras al hotel y se sorprendió con la cantidad de laca que le eché a mi pelo (jajaja).

Comimos juntas, llenas de nervios, con la sonrisa a flor de piel, las emociones en carne viva, incrédulas aún de lo que íbamos a vivir solo unas horas después…

Nos reunimos con el resto de miembros del club de fans en una plaza de Madrid cercana al recinto del concierto y entonces muchos más nombres adquirieron rostros: Carol, Faus, Maria José, Gaby, Cinthia, Marta, Felipe, Lucía… Fue algo mágico. Estaba viviendo una experiencia única, conociendo a esas personas a las que sentía que ya conocía de hace mucho tiempo, con las que tenía algo en común y mucho que compartir.

El concierto lo vivimos todos, no hace falta que de detalles, porque este texto es para ustedes y esta parte ya la conocen. Como anécdota mía comentaré que a mi lado se sentó una chica que había viajado desde Venezuela a España exclusivamente para ver a Ricardo Arjona. Que “Tarde” y “Te Conozco” fueron para mí de los mejores momentos de la noche. Y bueno, porque no se nos ocurrió desde un principio comprar las entradas juntas, no estuve sentada con las amigas con las que había llegado hasta allí. Me habría encantado tenerlas cerca.

Los días posteriores al concierto, el muro del club de fans se llenó de crónicas como ésta. Me encantaba leer lo que cada uno plasmaba en un post, la ilusión con que se vivió aquel concierto, la felicidad en letras… Era fantástico. Yo también quería escribir, pero estaba tan emocionada que no conseguía algo concreto que englobase todo cuanto sentía en aquel momento y fui aplazándolo hasta hoy… (aunque el texto no es muy corto que digamos).

Mi crónica favorita fue la de Cinthia, pues comentaba que una chica que tenía al lado le sujetaba fuertemente el brazo, y yo, inmediatamente identifiqué a esa chica por ese gesto: era Carla, mi querida amiga del instituto, que solía aferrarse a los brazos de los demás cuando estaba emocionada. No pude evitar pensar que hubiera sido fantástico que se aferrara a mi brazo.

Y fue ahí donde comenzó todo… Cuando acabó el concierto y yo seguía formando parte de esta familia.

Cuando prometí a Elena que iría a visitarla en Zaragoza (cosa que a día de hoy aún tengo pendiente).

Cuando por hablar de un dulce de tres leches conocí a Lucy, Carolina y Tere, ésta última que, sin apenas conocerme, me abrió las puertas de su casa en Barcelona y me hizo el tour de “El Problema” sin más interés que compartir con una persona con la que tenía en común el gusto por la música de Ricardo Arjona.

Al igual que Marta, quien me hizo de guía una noche por Sevilla y me llevó a cenar pollo con almendras y una tarta de queso deliciosa y a bailar salsa con su hermana y amigos.

Conocí a Gaby, con quien he tenido largas conversaciones de veinteañeras, con quien me nombré miembro de un improvisado club “Cortavenas” en el que compartíamos, junto con Lucy, Caro y Tere, canciones en las que piensas que al artista sobrevivió para cantarlas. Por ellas conocí a GabyMex que también me trató como a alguien de su familia en Madrid, en el momento de mi vida en el que decidí ir a Italia porque mi corazón me pidió que siga el amor por primera vez.

Han sido ocho años, un tercio de mi vida (y un poquito más) con ustedes siendo parte irremplazable de ella, hemos crecido juntos, unas veces más presentes, otras menos. La vida tiene sus idas y venidas, cada uno su historia y sus problemas, pero siempre volvemos al nido a este lugar donde las ilusiones tienen una fuerza sobrehumana, donde juntos todo lo podemos.

De pronto un día cualquiera sin esperarlo, aparece de nuevo, él. Ricardo Arjona vuelve después de ocho años y nos brillan los ojos y llenamos el muro del club nuevamente de sonrisas y narices de payaso, de planes para ir a los conciertos, a más de uno si pudiera ser…

Yo quería ir con mi hermana, que nunca ha estado en un concierto suyo y le regalé la entrada por su cumpleaños adelantado, haciendo un giño a mi primera vez. A mi me la regaló el amor de mi vida. Y Lucy, Caro y Tere vendrían a verlo a Málaga con nosotras, un reencuentro más esperado que la misma gira. ¡Empezamos a hacer planes!

Y nos retan a que su música suene en la radio (porque ellos no llegan a acuerdos económicos). ¡Claro que sí! Vamos a ello… y que sea número 1.

No hay nada tan fuerte como nuestra voluntad ni tan grande como nuestra entrega.

Y nos ponen la primera zancadilla: Precios abusivos en las entradas. Es jodido ir a uno solo, no hablemos de más de uno… Nos enfadamos, pero cedemos. Demasiado tiempo esperando le gana a la indignación. Conseguimos volver a estar de buen humor ¿cómo es posible? No sé... él tiene es efecto en nosotros.

Seguimos tuiteando, y poniendo la radio, saltando de emoción cada vez que suena “Ella”, haciéndonos escuchar y conocer, demostrando de lo que somos capaces.

Y nos dan una de cal: Ricardo Arjona llama Carol y sabemos que algo estamos haciendo bien. Que él nos ha dedicado un minuto de su tiempo y eso es energía y motivación para nosotr@s. Podemos hacer mucho más.

Emotivo el día del lanzamiento del disco: Me desperté pronto a poner la radio para escuchar los despertadores con los que el maravilloso Manuel Triviño nos iba a obsequiar y no sé a ustedes, pero a mí me calaron los huesos todas esas voces de las presidentas de los fans club de varios países, y la conocidísima voz masculina final. Estábamos en el mismo cielo.

Sábados comiéndonos las uñas hasta conocer el resultado de horas de sueño sacrificadas, de tiempo libre dedicado a el sueño de ver una canción de Ricardo Arjona en la cima de una lista de éxitos en una radio española. Y llegamos al 8 con un sabor agridulce. Qué curioso que sea el número de años de abandono…

El tiro de gracia: Un ataque cobarde por la espalda. Un vulgar “comunicado oficial” mal escrito, la plantilla para asesinar ilusiones, el mazo con que romper corazones… el escudo tras el que esconderse de los dardos que lanza el dolor, la decepción de alguien a quien has fallado, a quien has pisoteado, a quien has faltado al respeto sin contemplaciones, a quien has tratado como un objeto de usar y tirar.

Y vivimos la pesadilla a menos de un mes de tu llegada. Falta de información, desesperación, desamor. Silencio. Y para qué seguir enumerando los horrores que ya sabemos…

Estamos de luto y cada uno lo lleva a su manera, pero con el apoyo de los demás. Carol es nuestro pilar, la valentía personificada y nosotros somos las piezas que a su alrededor conformamos un hogar en el que tú, ¡oh magnífico y grande Ricardo Arjona!, no pasaste a un segundo plano, sino que te saliste de él.

Esta familia ha crecido y seguimos aquí en pie, dispuestos a luchar por lo que podemos recuperar y a curarnos las heridas de lo irreparable.

Me quedo aquí, al calor de casa, con los buenos recuerdos, con lo que conseguimos, con todas las personas, las de siempre y las de ahora… (no voy a poner nombres, que soy muy despistada y seguro que me dejo a alguien, pero si te sientes identificad@ en estas líneas, ten por seguro que estás en mi lista).


Gracias por tanto.


Adriana Calero.