EN EL AIRE Y MÁS ALLÁ...

martes, 17 de agosto de 2021

He perdido a una amiga

Estudiamos juntas en pre-escolar y fuimos las mejores amigas allí.

Estuve en su fiesta de 5 años, la fiesta más rosa que había visto hasta entonces.

Tenía muchas fotos de nosotras juntas que me gustaban, en especial una en la que aparecemos cogidas de la mano con nuestros mandiles de escuela bordados con nuestros nombres y la inocente sonrisa de la niñez con toda una vida por delante.

No recuerdo mucho de lo que hablábamos o nuestros juegos, apenas recuerdo un día en el que volvíamos a casa después de un día en alguna piscina, no sé cual, y caminábamos charlando, tampoco sé de qué, pero nos veo claramente riendo y me recuerdo pensando que aunque solo tenía un año más que yo, la veía casi como a un adulto, con mucho respeto y admiración.
La recuerdo formal, sencilla, tranquila y con un toque de misterio en su sonrisa sin enseñar los dientes a sus escasos 5 años.

Tiempo después cambié de colegio y cada una siguió su camino. Aunque vivíamos en la misma ciudad, no recuerdo que nos juntásemos mucho. La vida aún me llevó más lejos al cambiar de país y en algún momento del auge tecnológico nos reencontramos en redes sociales.
No solíamos hablar, pero estábamos allí, sabía lo que hacía, al menos lo que publicaba y cómo le iba la vida y era suficiente.

En 2017 me escribió emocionada, viajaría a España para estudiar un Máster y quedamos en reencontrarnos y repetir aquella foto de los mandiles de hace más de un cuarto de siglo.

En 2018 se alinearon los planetas y el 10 de mayo nos vimos después de tanto tiempo en el Wizink Center de Madrid, íbamos a un concierto de Arjona.

Fue como volver a tener 5 años un instante, nos abrazamos y quedamos al terminar el concierto.

Esa noche repetimos la foto, nos cogimos de la mano y sonreímos con la esperanza de la juventud en toda una vida por delante.

Hablamos, viajamos en metro de madrugada y vivimos algunas anécdotas divertidas con l@s amig@s que nos acompañaban. Bebimos cervezas, comimos algo, bailamos y nos despedimos por la mañana pensando que nos veríamos en Málaga antes de su regreso a Ecuador.

Pero esa fue la última vez que la vi.

Ayer recibí la triste noticia de su fallecimiento a causa del Covid19 y me ahoga una mezcla de sentimientos que no soy capaz de expresar, me surgen ideas y dudas sobre la vida y la muerte… Tenemos tan asumido el día de mañana, que a veces malgastamos el hoy en preocupaciones sin sentido y en acciones vacías.

Hacen falta más reencuentros, más abrazos, más cariño, más empatía, más compasión, en definitiva, más amor.

Buen viaje, amiga.

Feliz eternidad.

09/07/2021

martes, 22 de septiembre de 2020

Otoño 2020

 32 años enfundados en un pijama de corazoncitos, hay cosas que no cambian...

¿Qué decir de este año que no se haya dicho ya? 

Suerte la mía, de un confinamiento plácido, con amor, con salud, con trabajo.
Viendo aguas azules y saladas hasta el horizonte,  solitarias día tras día.
Agudizando el ingenio para resolver los pequeños problemas, las nuevas necesidades.
Sintiendo el tiempo más que antes, deseando salir más que antes, queriendo hacer fuera todo aquello que antes aplacé con la esperanza de un nuevo día, o quizás, con la arrogancia de creer que es posible controlar lo que pasará mañana o dentro de una semana aún sabiendo que todo puede pasar, o no.

Una nueva normalidad a la que adaptarse, una realidad a la que abrazar.

¿Qué decir de este verano inusual?

Hablo por mí, una vez más, afortunada de compartirlo con mi familia y amigos.
Precaución y recelo, mascarillas y gel hidroalcohólico, choque de codos en lugar de besos, y sin embargo, más ganas de reunirse.
Salimos una vez más a vivir, a sentir el sol en la piel, el viento moviéndonos el pelo, el ruido en las calles después de tanto silencio, a sentir la vida misma tras los meses de reflexión.

Hoy empieza el otoño, la noche es más fresca, huele a tierra húmeda.
Vuelve a haber menos gente en la calle, menos que en verano, menos que cuando solo podíamos salir una hora al día.
Los nuevos deportistas de Mayo guardaron las zapatillas y vuelven a confiar en mañana.
Y yo, con los pies helados mientras escribo, no quiero confiar, quiero vivir.

Otoño, no me sorprendas... esta vez quiero sorprenderte yo a ti.

lunes, 10 de agosto de 2020

Café con leche

 No hago muchos ejercicios de memoria, pero hoy un café en la cafetería de la estación me llevó de paseo por el pasado, un instante.

Me vi sentada en un mesa cercana esperando...
Tampoco soy de madrugar mucho, como hoy, pero a veces debes hacerlo y otras veces simplemente quieres.
Aquella vez quería. 

Eché sacarina a mi café, esta vez no era azúcar. Esta vez no leí frases en los sobres, ni recordé la de aquel día, ni esperaba por alguien.
Tan solo estaba ahí tomando el café caliente sin dejar de mirar el reloj para no perder el tren, esta vez, en sentido literal.

27 de Enero del 2020

martes, 15 de mayo de 2018

Crónicas de una fan despistada II

Hace exactamente un año escribía la crónica de mi primer concierto de Ricardo Arjona en el año 2009.

Y aquí estoy, con el mismo teclado escribiéndole al tiempo, a un año de esperanza enderezada a punta de fe... Y de Espartanas Arjonianas. Y de madrugones con la radio. Y de Manuel Triviño curando heridas y dando ánimos. Y de cariño desinteresado. Y de apoyo en cada esquina de nuestro Bar Melancolía...

¿Quién me manda a ser adicta de los sueños? ¿Y porqué tanto odio a la palabra IMPOSIBLE?

Una promesa vuelve a hacer girar la noria de nuestras emociones, y finalmente lo que tanto queríamos vuelve a materializarse en forma de entradas. Todo tan caótico e incierto como de costumbre, nada que no podamos soportar.

Y Vuelo, imaginando una y otra vez el encuentro con Ellas. Lo imagino casi igual que en whatsapp o twitter: todas escribiendo a la vez y yo observando maravillada por tanta fuerza, tanta convicción y tanto amor puro, y casi no hablo para no alterar la magia.

No te preocupes, ocúpate. Y así me pasé los meses previos al concierto, con el tiempo justo para dormir lo justo... Coche de segunda mano, hipoteca, mudanza, examen de italiano, concurso de innovación, montaje de muebles, coche roto, organización de almuerzo de empresa y algunas cosas aún menos románticas. Incluso cargar con el arrepentimiento de que la responsabilidad le ganara la guerra a la espontaneidad aquel fin de semana que Sevilla abrazó a Ricardo Arjona.

Y al fin me veo amaneciendo en Madrid con mi hermana, un café y la voz de Trivi en los auriculares.
Es el gran día. 

Pierdo de vista el reloj y casi no tengo batería en el móvil... Fan despistada en acción.
Agotada y todavía no hemos empezado. Ducha, vestido, tacones, maquillaje y perfume por si algún milagro nos hace coincidir.

Veo a lo lejos el punto de encuentro y acelero el paso para inmortalizar ese primer momento, ese "antes" del abrazo.
"¡Arriba Arriba!" escucho en mi mente al ver un rostro, a su lado una dulce sonrisa y no sé cómo, pero ya estoy allí envuelta en felicidad absoluta y voy de brazos en brazos llenando ese espacio que es solo de Ellas.


Y allí está la integridad en persona, también abrazándome y pendiente de todo y de todos. "Vais a saludarle" me dice. No sé qué cara se me ha quedado al escuchar esto, pero mi mente está en blanco, no consigo pensar hasta que vuelvo a establecer contacto visual con mi hermana. Yo renunciaría a favor de ella, pero no lo acepta.

Nervios en la fila para entrar, seguimos sin creer lo que tenemos delante, lo que ya prácticamente es un hecho, vamos a verle y escucharle cantar, estamos despiertas.

Fotos, vídeos, charlas. Se acerca el momento. 

Todo pasa por algo... Lo más incomprensible ha puesto El Cielo a mi Favor. 
Estoy con mi hermana y un grupo de guerreras incansables esperando en una escalera a pocos metros de esa voz que lleva acompañándonos a estar solas tanto tiempo.

Tengo una caja en las manos, dentro su nombre escrito en alambre azul, con un corazón de pequeñas cuentas rojas al pie, menos reluciente y perfecto que hace nueve años cuando mi ingenuidad soñaba con este momento. 

Estoy en la misma estancia que Ricardo Arjona y no sé bien qué hacer. Observo todo a mi alrededor, sonrío para la foto y es como si no entendiera lo que está pasando, no lo he saludado al entrar o eso creo y me espero para ser la última en salir, para tener tiempo de darle lo que llevo en las manos y contarle lo que ya os he contado sobre este objeto. 
No recuerdo cómo fue, ni si lo miré a los ojos. Solo recuerdo su voz diciendo "¡qué bonito!" y un abrazo fuerte seguido de dos besos que no sé si fue real o imaginario ni si fue en ese orden.
Sí recuerdo que salí de allí saltando como una niña, aún llevando tacones de adulta.

Vuelta a la pista y a disfrutar de sus temas presentes y pasados. "Ella", nuestro himno, mi hermana coreando "Cuando" y cada una de nuestras historias flotando en aquel lugar que fue testigo de una de las mejores noches de mi vida.

lunes, 15 de mayo de 2017

Crónicas de una fan despistada

Tengo este texto pendiente en mi memoria desde hace mucho tiempo, tanto como ocho años. ¿Por qué tanto tiempo? No sé bien… en aquél entonces la euforia no me aclaraba las palabras, o quizás hubiera escrito inútiles detalles que hubieran hecho de éste, un texto larguísimo y aburrido.

Hoy tampoco es un día de claridad mental que digamos. Pero sí de sosiego.

Cuando tenía 19 años, estaba en la universidad, hacía 5 años que había venido a vivir a España y mantenía mi banda sonora original medio aparcada en el año 2003 salvo algunas recomendaciones de amigo@s y los típicos temas que se escuchan por todos lados quieras o no. Me encantaban los amores platónicos y las letras “cortavenas” latinoamericanas de pura cepa.

Había decidido que mi cantante favorito era Ricardo Arjona porque sumaba el mayor número de canciones que me gustaban de un mismo artista, ni más ni menos. Y me autoproclamé “Fan” suya. También porque tenía buenos recuerdos de su disco “Historias” con mi hermana: tardes rayando ese cd a todo volumen, cantando “Casa De Locos”, “Libre”, “Historia Del Portero” y uno a uno los no sé cuántos temas que tiene el álbum (Sí, no sé cuántos temas tiene. Ni sé el año en que salió a la venta, ni todos los títulos/letras de las canciones, o quizás esto último sí, si lo estoy escuchando).

Sé que han saltado algunas alarmas… ¿Una “fan” que no sabe todo eso? Ya avisé que soy despistada.

Pues resulta que a principios de 2009 un día me dio por buscar conciertos de Ricardo Arjona en España, aunque sabía que no sonaba en la radio y la gente a la que había preguntado jamás había escuchado su nombre o le sonaba por “Pingüinos en la cama” con Chenoa. También sabía que mi economía de universitaria probablemente no era apta para costearme un concierto así, conociendo los precios de las entradas en Latinoamérica.

Para mi sorpresa Ricardo Arjona había anunciado una gira recientemente y mi joven corazón se aceleró como cuando se acerca el chico que te gusta y en mi cabeza retumbaba un “Tengo que ir”.

Empecé a buscar información por todos lados y di con el club de fans en España, ya no recuerdo con quién fue la primera persona con la que contacté, Quizás Carol, quizás Cinthia, quizás Gaby, Marta o Irene, no me acuerdo de nada. Pero di con el grupo y vi la emoción que allí se vivía, y me sentí identificada, me sentí parte de algo bonito e importante.

Conocí a MariCarmen y Anita, dos chicas que querían ir desde Málaga, donde vivo, y quedamos para conocernos y plantear la posibilidad de irnos juntas a Madrid.

La fecha era el 26 de abril, un mal finde pues mi padre cumple años el 27 de abril. Sin embargo, fue a él a quien le dije que ese sería el concierto de mi vida y que el mejor regalo de cumpleaños para mí sería la entrada… Y así fue como mi padre renunció a verme el finde de su cumpleaños para darme mi regalo de cumpleaños por adelantado.

No cabía en mi cuerpo de felicidad, no había día que no buscara información y contactara con el club para saber cuándo salían a la venta las entradas, no dejaba de sentirme afortunada.

Y entonces llegó el gran día... la cita era en Carrefour puesto que en aquel entonces no me fiaba mucho de las compras por internet (ahora me río), yo quería mi entrada en mano.

Me presenté allí dos horas antes de que abrieran como si un séquito de fans fuera a estar haciendo cola para coger las mejores localidades (que, por cierto, los precios eran asequibles) y me vi sola en la puerta de Carrefour con un frío que pelaba en una larga espera a que abrieran las puertas, pero yo era feliz.

Las abrieron y entré como alma que lleva el diablo preguntando por el punto de venta y cuando llegué, no sabían quién era Arjona, lo buscaron y no lo encontraron. Empecé a temblar y salí de allí casi corriendo a buscar la alternativa que era Fnac, estaba perdida. Sabía que las fans, las del club, ya habrían comprado sus entradas, o lo estaban haciendo mientras yo esperaba paciente y desesperadamente en un asiento de autobús a llegar al centro al punto de venta en Fnac.

Mi catastrofismo me llevó a pensar nuevamente, que miles de fans estarían en otras ciudades de España comprando entradas a diestra y siniestra y que me tocaría ver el show desde muy lejos. Otra vez me equivoqué.

Cuando por fin llegué y tuve que escuchar nuevamente decir a la dependienta que no sabía quién era Arjona y “espera que lo busco”, mi pie no paraba de dar golpecitos en el suelo, “solo me aparecen entradas para Barcelona” (ojos abierto como platos y sangre subiéndome a la cara) “¡Ah sí!, ¡aquí esta! ¿Dónde te quieres sentar?” (vuelta a respirar) pude comprobar que, aunque primera y segunda fila estaban casi llenas, iba a poder ver el concierto desde muy cerca y eso me alivió. Salí de allí con mi entrada en mano como una triunfadora.

Los días sucesivos llevaba mi cuenta atrás y volvía loco a quien se dejaba contándole toda esta historia y compartiendo la alegría con la gente del club. Le conté a mi amiga Carla que iba al concierto y quiso venir también, así que empecé a buscar una entrada para ella cerca de mi localidad. Fue un poco difícil porque la venta iba bastante avanzada, pero Cinthia me dijo que tenía entradas y una amiga suya no iba, así que me la vendió. Yo estaba aún más feliz si cabe.

Viaje a Madrid con MariCarmen. Esa noche cuando llegamos quedamos con Elena, Joaquín y Alberto, pasamos una agradable noche madrileña hablando, como no, de Ricardo Arjona.

Al día siguiente llegaron Anita y Carla, Elena vino por nosotras al hotel y se sorprendió con la cantidad de laca que le eché a mi pelo (jajaja).

Comimos juntas, llenas de nervios, con la sonrisa a flor de piel, las emociones en carne viva, incrédulas aún de lo que íbamos a vivir solo unas horas después…

Nos reunimos con el resto de miembros del club de fans en una plaza de Madrid cercana al recinto del concierto y entonces muchos más nombres adquirieron rostros: Carol, Faus, Maria José, Gaby, Cinthia, Marta, Felipe, Lucía… Fue algo mágico. Estaba viviendo una experiencia única, conociendo a esas personas a las que sentía que ya conocía de hace mucho tiempo, con las que tenía algo en común y mucho que compartir.

El concierto lo vivimos todos, no hace falta que de detalles, porque este texto es para ustedes y esta parte ya la conocen. Como anécdota mía comentaré que a mi lado se sentó una chica que había viajado desde Venezuela a España exclusivamente para ver a Ricardo Arjona. Que “Tarde” y “Te Conozco” fueron para mí de los mejores momentos de la noche. Y bueno, porque no se nos ocurrió desde un principio comprar las entradas juntas, no estuve sentada con las amigas con las que había llegado hasta allí. Me habría encantado tenerlas cerca.

Los días posteriores al concierto, el muro del club de fans se llenó de crónicas como ésta. Me encantaba leer lo que cada uno plasmaba en un post, la ilusión con que se vivió aquel concierto, la felicidad en letras… Era fantástico. Yo también quería escribir, pero estaba tan emocionada que no conseguía algo concreto que englobase todo cuanto sentía en aquel momento y fui aplazándolo hasta hoy… (aunque el texto no es muy corto que digamos).

Mi crónica favorita fue la de Cinthia, pues comentaba que una chica que tenía al lado le sujetaba fuertemente el brazo, y yo, inmediatamente identifiqué a esa chica por ese gesto: era Carla, mi querida amiga del instituto, que solía aferrarse a los brazos de los demás cuando estaba emocionada. No pude evitar pensar que hubiera sido fantástico que se aferrara a mi brazo.

Y fue ahí donde comenzó todo… Cuando acabó el concierto y yo seguía formando parte de esta familia.

Cuando prometí a Elena que iría a visitarla en Zaragoza (cosa que a día de hoy aún tengo pendiente).

Cuando por hablar de un dulce de tres leches conocí a Lucy, Carolina y Tere, ésta última que, sin apenas conocerme, me abrió las puertas de su casa en Barcelona y me hizo el tour de “El Problema” sin más interés que compartir con una persona con la que tenía en común el gusto por la música de Ricardo Arjona.

Al igual que Marta, quien me hizo de guía una noche por Sevilla y me llevó a cenar pollo con almendras y una tarta de queso deliciosa y a bailar salsa con su hermana y amigos.

Conocí a Gaby, con quien he tenido largas conversaciones de veinteañeras, con quien me nombré miembro de un improvisado club “Cortavenas” en el que compartíamos, junto con Lucy, Caro y Tere, canciones en las que piensas que al artista sobrevivió para cantarlas. Por ellas conocí a GabyMex que también me trató como a alguien de su familia en Madrid, en el momento de mi vida en el que decidí ir a Italia porque mi corazón me pidió que siga el amor por primera vez.

Han sido ocho años, un tercio de mi vida (y un poquito más) con ustedes siendo parte irremplazable de ella, hemos crecido juntos, unas veces más presentes, otras menos. La vida tiene sus idas y venidas, cada uno su historia y sus problemas, pero siempre volvemos al nido a este lugar donde las ilusiones tienen una fuerza sobrehumana, donde juntos todo lo podemos.

De pronto un día cualquiera sin esperarlo, aparece de nuevo, él. Ricardo Arjona vuelve después de ocho años y nos brillan los ojos y llenamos el muro del club nuevamente de sonrisas y narices de payaso, de planes para ir a los conciertos, a más de uno si pudiera ser…

Yo quería ir con mi hermana, que nunca ha estado en un concierto suyo y le regalé la entrada por su cumpleaños adelantado, haciendo un giño a mi primera vez. A mi me la regaló el amor de mi vida. Y Lucy, Caro y Tere vendrían a verlo a Málaga con nosotras, un reencuentro más esperado que la misma gira. ¡Empezamos a hacer planes!

Y nos retan a que su música suene en la radio (porque ellos no llegan a acuerdos económicos). ¡Claro que sí! Vamos a ello… y que sea número 1.

No hay nada tan fuerte como nuestra voluntad ni tan grande como nuestra entrega.

Y nos ponen la primera zancadilla: Precios abusivos en las entradas. Es jodido ir a uno solo, no hablemos de más de uno… Nos enfadamos, pero cedemos. Demasiado tiempo esperando le gana a la indignación. Conseguimos volver a estar de buen humor ¿cómo es posible? No sé... él tiene es efecto en nosotros.

Seguimos tuiteando, y poniendo la radio, saltando de emoción cada vez que suena “Ella”, haciéndonos escuchar y conocer, demostrando de lo que somos capaces.

Y nos dan una de cal: Ricardo Arjona llama Carol y sabemos que algo estamos haciendo bien. Que él nos ha dedicado un minuto de su tiempo y eso es energía y motivación para nosotr@s. Podemos hacer mucho más.

Emotivo el día del lanzamiento del disco: Me desperté pronto a poner la radio para escuchar los despertadores con los que el maravilloso Manuel Triviño nos iba a obsequiar y no sé a ustedes, pero a mí me calaron los huesos todas esas voces de las presidentas de los fans club de varios países, y la conocidísima voz masculina final. Estábamos en el mismo cielo.

Sábados comiéndonos las uñas hasta conocer el resultado de horas de sueño sacrificadas, de tiempo libre dedicado a el sueño de ver una canción de Ricardo Arjona en la cima de una lista de éxitos en una radio española. Y llegamos al 8 con un sabor agridulce. Qué curioso que sea el número de años de abandono…

El tiro de gracia: Un ataque cobarde por la espalda. Un vulgar “comunicado oficial” mal escrito, la plantilla para asesinar ilusiones, el mazo con que romper corazones… el escudo tras el que esconderse de los dardos que lanza el dolor, la decepción de alguien a quien has fallado, a quien has pisoteado, a quien has faltado al respeto sin contemplaciones, a quien has tratado como un objeto de usar y tirar.

Y vivimos la pesadilla a menos de un mes de tu llegada. Falta de información, desesperación, desamor. Silencio. Y para qué seguir enumerando los horrores que ya sabemos…

Estamos de luto y cada uno lo lleva a su manera, pero con el apoyo de los demás. Carol es nuestro pilar, la valentía personificada y nosotros somos las piezas que a su alrededor conformamos un hogar en el que tú, ¡oh magnífico y grande Ricardo Arjona!, no pasaste a un segundo plano, sino que te saliste de él.

Esta familia ha crecido y seguimos aquí en pie, dispuestos a luchar por lo que podemos recuperar y a curarnos las heridas de lo irreparable.

Me quedo aquí, al calor de casa, con los buenos recuerdos, con lo que conseguimos, con todas las personas, las de siempre y las de ahora… (no voy a poner nombres, que soy muy despistada y seguro que me dejo a alguien, pero si te sientes identificad@ en estas líneas, ten por seguro que estás en mi lista).


Gracias por tanto.


Adriana Calero.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

20 DE AGOSTO

Ya había pasado un año desde la primera mirada, la primera sonrisa, el primer baile, desde ese día en que nos conocimos.

Ya había pasado un año desde aquel "Hola Bailarín", de aquellos días de biblioteca y comidas rápidas antes del trabajo; de fiestas nocturnas, de música y mojitos de litro y tequila del malo.


Ya había pasado un año desde los días de despedidas, las tardes de partidos de fútbol, las noches durmiendo en la playa.

Ya había pasado un año de las esperas en la parada del autobús, los primeros suspiros, las primeras caricias, del primer beso, del segundo y de los demás. 

Ya había pasado un año desde esos días de dudas, de dejarse llevar, de lanzarse al vacío.

Ya había pasado un año desde la feria, cuando soñaba ir sola con él de la mano, cuando me hirió el orgullo y el corazón, cuando le escribí aquella nota. 

Ya había pasado una año desde esa noche de llanto y reflexión.

Ya había pasado un año desde que supo que me amaba, desde que supe que lo amaba.

Y aún no teníamos fecha de aniversario... ¿Qué importa? 

Aún no había pasado pasado un año de aquel atardecer en la playa, cuando ya teníamos todo claro, cuando decidimos volver a empezar...

Ya ha pasado un año y lo sigo amando, cada día más que el anterior, cada día mejor.

Ya ha pasado un año y ni la distancia, ni el miedo han podido separarnos.

Ya ha pasado un año y sé que quiero pasar el resto de mis años con él.

domingo, 19 de mayo de 2013

25 de Mayo

25 de Mayo nunca fue una fecha particularmente especial. En 2012 era un día cualquiera de la primavera; buen clima, había ido a la peluquería y tenía la última fiesta en casa antes de los exámenes de junio.

Sin embargo un día cualquiera puede cambiarlo todo. Desde tu ánimo, hasta tu vida al completo. Y así fue como el 25 de Mayo dejó de ser un día más, para convertirse en un gran día.

A veces no te das cuenta en el momento de lo relevante que te ocurre, quizás necesitas tiempo para asimilar las cosas, y cuando después miras hacia atrás, entonces abres los ojos y descubres que algo o alguien en un instante de la línea temporal le dio un giro a los acontecimientos, o quizás un sentido a todo.

Es cierto que no siempre son cosas buenas, pero a veces las cosas malas son solo la antesala de la felicidad, de la tranquilidad, de la seguridad. No se pueden juzgar los acontecimientos individualmente, es mejor verlos en un contexto para no ser injustos.

No digo que tengamos que aprobar todo cuanto nos ocurre, y sufrir cual mártires, pero hay que saber diferenciar cuándo, por qué y para qué ha sucedido tal o cual circunstancia y sacar el máximo aprendizaje para un futuro.

Ha sido un año de nuevas experiencias y emociones, de descubrimiento personal. Me he visto capaz de superarme cada día, de aprender de mis errores y aciertos, de perdonar y perdonarme a mí misma por todos esos granos de arena convertidos en el Everest; de entender que somos humanos y que aprendemos a vivir cada día, experimentando, nadie sabe como, y por eso existen los nuevos comienzos.

Llevo un tiempo, quizás más de un año pensando en estas cosas y sé que cada día se cumple un año con el mismo día del año anterior, pero resulta que el 25 de mayo de hace un año alguien lo invitó a mi fiesta, alguien lo llamó para que viniera a tiempo, él decidió venir, yo abrí la puerta y me encontré por primera vez con sus ojos, me ofreció una silla y bailó conmigo. 

Y a partir de ahí suceso tras suceso se fue construyendo mi año, uno de los más bonitos y enriquecedores. Desde ese 25 de mayo que lo vi por primera vez, que podía haber sido un día más, irrelevante, sin importancia, pero por alguna razón llegó a mi casa después de tanto buscarlo, cuando había dejado de hacerlo... Al fin lo encontré.

El 25 de Mayo conocí a quien es y será el gran amor de mi vida.